David Foster Wallace y la desquiciada Broma Infinita
- Mariana Mata
- 25 may 2014
- 2 Min. de lectura

Adictos a la escoria reúnanse, presentaremos un autor en el cual la humanidad queda reducida a los instintos y a la decadencia que sólo podría emanar de los desperdicios y despojos de la sociedad. Sean bienvenidos pues al lugar donde La broma Infinita tiene lugar. David Foster Wallace es escritor que debe y necesita ser leído. Si ustedes han quedado atrapados por la suerte de desnudes social y humana que han realizado escritores como Chuck Palahniuk (El club de la pelea, Asfixia, Diario), Bret Easton Ellis (Psicópata americano, Los confidentes) o G.J Ballard (Noches de cocaína), entonces Foster Wallace es un autor a revisar.
Los años ya no tienen nombre numérico, hemos pasado a una civilización donde el tiempo es subsidiado por empresas y corporaciones. Vivimos en el año de la hamburguesa Wooper. En el futuro del tiempo subsidiado, la distopía nos lleva a concebir los continentes en una unidad que pareciera Orwelliana. Aquí y ahora nos enfrentaremos a terroristas en sillas de ruedas, también entraremos a una casa de rehabilitación donde la escoria humana desnudará sus más grandes temores y secretos frente a nosotros. Jugaremos tenis en una escuela en la que los jóvenes están obsesionados con la perfección, y aquí conoceremos a la familia más radicalmente llena de locura y particularidades. El padre un genio inventor y cineasta, la madre es el sinónimo de la perfección, y como producto de esta unión: tres hijos que son dementes. Nos convertiremos en parte de la familia Incandenza, en un libro que probará nuestra paciencia, atención y capacidad como lectores. Con 1216 páginas La broma infinita es un libro que explica la locura de David Foster Wallace.
La locura, soledad o quizá un sobreentendimiento paranoico de la condición humana llevaron a Foster Wallace a suicidarse en el año 2008. El tema principal de la obra del autor de la casi imposible de leer Broma Infinita es la enajenación humana frente a la televisión, la internet, la incapacidad de identificación del hombre con el prójimo. También fue un autor adelantado a su época. En 1996, año en que publicó La broma infinita, planteaba cuestiones como la embriaguez que tendríamos con un medio como el Internet. Rostros azules ensimismados, llenos de vanidad y egoísmo
Sus libros son para obsesos de la información, de las palabras enlazadas en frases llenas de coherencia de una quilométrica y muy peculiar forma, de la inminente e inherente locura que nos rodea como humanidad. Entre los títulos de su obra encontramos: La broma Infinita, Algo supuestamente divertido que nunca volveré hacer, La niña del pelo raro, Entrevistas breves con hombres repulsivos, son reflejo de un maniaco y de una mente inquietante. Foster Wallace fue tenista en su infancia, licenciado en inglés y filosofía. También estudió lógica, matemáticas y se consolidó como un escritor de la nueva generación norteamericana. Sus escritos siempre revelan al hombre como un ser dual, aquí no hay héroes, buenos o malos. Todos somos perversos, maniacos, inseguros, temerosos, paranoicos y llenos de ansiedad, aunque también siempre tenemos un residuo de esperanza, algo que nos llama a intentar y no ceder dentro de la sociedad ensimismada
Publicado en : http://revistapicnic.com/contenidos/847-la-broma-infinita

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