John Zorn, el Doctor Caligari…. Y la importancia del sonido en el cine
- Mariana Mata
- 7 dic 2015
- 4 Min. de lectura

Macabro, siniestro, mórbido. Adjetivos que califican El gabinete del Doctor Caligari, y con ellos una de las presentaciones más esperadas del Bestia Festival 2015. La musicalización de un clásico de la historia del cine quedó a cargo del multi instrumentista que habita en un buen número de expresiones: desde grabaciones, documentales, películas, animaciones, discos de estudio, trabajos experimentales y demás, ha trabajado desde 1980. John Zorn repitió México y el Bestia Festival con un proyecto sin igual: realizó la curaduría de esta tercera edición. Su trabajo deja claro que jamás poseerá un estilo definido, es un científico del sonido: experimenta con todo lo que se le pone enfrente. Para muestra la noche del domingo 6 de diciembre. John Zorn frente a un órgano monumental y uno de los largometrajes más venerados de la historia.
El cine llegó al mundo de manera oficial en 1895 gracias al trabajo realizado por los hermanos Lumière. Este descubrimiento parecía obra de magia, este misterioso artilugio reproducía la realidad más allá de lo que la fotografía pudo lograr: 24 cuados por segundo daban una nueva visión a la humanidad. Pero algo aquí faltaba para completar el panorama: SONIDO. La primera película con sonido llegó 32 años después, en 1927 The Jazz Singer. Esto nos deja con un buen número de películas con intertítulos, sonidos propios de una sala de cine, y musicalización en vivo. De entre todas las diferentes corrientes que la cinematografía ha creado, el Expresionismo Alemán destaca en teatralidad.
1919 es el año en que la Primera Guerra Mundial Termina. La Gran Guerra deja en Alemania una necesidad de reconstrucción, y un montón de traumas tanto en la cultura como en la sociedad. El expresionismo, como movimiento de vanguardia, fue creado en Munich en 1910; en reacción contra el impresionismo y el naturalismo. Este movimiento fue pictórico, musical, literario, arquitectónico. Sobre esta corriente en el cine, el pintor Herman Warm (que después sería escenógrafo del Doctor Caligari) diría: “Los films deben ser dibujos vivificados”. Esta frase es la clave de la estética de Caligari. Todo allí estaba subordinado a una visión del mundo de desarticulaba la perspectiva, la iluminación, las formas, las arquitecturas.
El guion fue realizado por el austriaco Carl Mayer, y el checo Han Janowitz. Así Das Kabinett des Doktor Caligari, es la personalidad más fuerte del cine alemán mudo. Esta cinta expresa las experiencias de los guionistas: Mayer fue hijo de un comerciante arruinado por el juego. Para sobrevivir fue vendedor de feria, dibujante ambulante, y brevemente también autor. La guerra lo transformó e hizo de él un soldado cuyas excentricidades lo entregaron a los psiquiatras. Por otro lado Janowitz, después de la desmovilización, probó fortuna en la literatura, y terminó como comerciante de aceites. Los dos autores combinaron en el guion sus recuerdos: hospitales psiquiátricos, crímenes sexuales, espectáculos de feria.
La idea que movió el argumento de esta cinta icónica fue, según el historiador de cine Siegdried Kracauer, su rebelión contra las crueldades de la guerra y contra la autoridad, simbolizada por el doctor Caligari. El guión y la idea de tratarlo en el estilo expresionista entusiasmaron al productor, Enrich Pommer, cuyo nombre va unido a varios grandes logros alemanes. El primer director elegido fue Fritz Lang, mejor conocido por su trabajo con la cinta Metrópolis. Pommer se dirigió a Robert Wiene. El verdadero director, fue, más que Wiene, sus escenógrafos: tres pintores expresionistas del grupo “Der Sturm”: Herman Warm, Walter Röhring y Walter Reinmann. En aquél universo deformado, el hombre corría el riesgo de ser una mancha, y para armonizarlo con lo fantástico de los lienzos pintados, se disfrazaba a los actores con ropas extravagantes y maquillajes exagerados, se les inmovilizaba en posturas forzadas y rebuscadas. Así se obtenían imágenes impresionantes.
La sinópsis es simple: Caligari, director de un asilo de alienados, había hipnotizado al joven Cesare a quién enseñaba en las ferias, y le obligaba durante la noche a cometer asesinatos espantosos. Cesare murió de agotamiento, y Caligari, desenmascarado, fue internado como loco. Para que el público aceptase mejor aquellas audacias, Wiene modificó el guión primitivo de acuerdo con una sugerencia que Fritz Lang le hizo a Pommer: un prólogo y un epílogo explicaron que aquél mundo fantástico estaba visto por un loco, enviado, en conclusión, por Caligari a una celda acolchonada. Así quedaba restablecida la moral: la autoridad, primitivamente asimilada a la locura criminal, se convertiría en guardiana de la razón. Sin embargo, la película no acaba una vez contada esta historia a modo de flash-back, porque en un giro inesperado Francis, el narrador, es en realidad uno de los internos del manicomio junto con el resto de personajes de la historia, entre los que se incluye a Caligari, el benevolente director de la institución que ahora afirma haber encontrado la clave para curar a Francis.
Caligari fue, como los films de Méliès, teatro fotografiado: a través de las luces pintadas en tela, los cuadros vivos, el ritmo en la narrativa. A través del expresionismo destacaron grandes figuras de la historia del cine: Carl Mayer, Fritz Lang y Murnau, que sin duda sentaron un precedente narrativo, escenográfico y dramático que sin duda se reconfiguró a través de la musicalización con el órgano monumental y el dramatismo que ofreció John Zorn en el Auditorio Nacional.